martes, 3 de agosto de 2010

Aporte al debate universitario

Carta abierta de ADUR-Extensión ante la elección de Rector de la Universidad

1- El debate universitario. El debate universitario está aletargado, es notorio. Hay quienes dicen que esto se debe a la falta de contienda electoral, que sería diferente si hubiera más de un universitario propuesto para ejercer el cargo de Rector. Quizá sea así. Pensamos, sin embargo, que en muchas cuestiones que hacen a la polémica universitaria, el debate está obturado por una suerte de consenso tácito, de sentido común consolidado para pensar la educación superior, lo cual hace que el debate de modelos casi no encuentre espacio para emerger. Sin debate de modelos, se debaten estilos, ritmos, problemas de gestión. Por lo demás, la ausencia de contienda electoral no debería inhibir a los gremios de profundizar en su pensamiento y su programa de transformación de la Universidad.
Por tal motivo, con la vocación de contribuir al debate de ideas, en este documento se presentan algunos de los temas que los docentes de Extensión Universitaria, organizados en ADUR-Extensión, pensamos deberían integrarse a la discusión sobre el programa, la estrategia y el movimiento de reforma universitaria en los próximos años.
2- Los avances. En los últimos años la Universidad ha vivido avances importantes en el camino de su autotransformación positiva necesaria para el mejor cumplimiento de sus fines. Se han gestado iniciativas de importante contenido democratizador, como los programas orientados a contribuir a la generalización del acceso a la educación terciaria y el avance del proceso de descentralización-regionalización de la Universidad. Se ha promovido la participación, tanto a nivel de la jerarquización del cogobierno como en lo que hace a programas de participación estudiantil de investigación, enseñanza y extensión. Se han generado nuevos programas de investigación que procuran atender los problemas de inclusión social así como el estudio de problemáticas de interés general, superando una tendencia anterior que negaba la necesidad de orientar políticamente las agendas de investigación. Se ha avanzado en la concepción integral del desarrollo de las funciones universitarias, generándose nuevos programas integrales, y avanzando en la implementación de “Espacios de Formación Integral” en todos los servicios universitarios. Se han montado Unidades de Extensión en todos los servicios, que trabajan en forma conjunta conformando una Red de Extensión. Se ha planteado desde el rectorado la necesidad de fortalecer el ejercicio del principio de gratuidad, extendiéndolo a toda la formación de posgrado. Estas son algunas de las iniciativas que dan cuenta de una nueva coyuntura universitaria favorable a las transformaciones. 
3- Tensiones estructurales de la reforma universitaria. En el actual contexto mundial, las reformas universitarias se juegan en la tensión entre orientar su accionar a la socialización del conocimiento, o ser cooptadas por la lógica de acumulación de capital de las corporaciones empresariales en su afán por privatizar todas las esferas de la vida. Esta tensión se ve amplificada en el contexto actual en que el conocimiento es cada vez más un factor condicionante en la estructuración de las economías, en la división internacional del trabajo y en la distribución de la riqueza a nivel global y nacional.
Un desafío ineludible de la reforma universitaria pasa por oponerse a los distintos tipos de iniciativas provenientes fundamentalmente de la Organización Mundial del Comercio, dirigidas a transformar a la educación en una mercancía. La reforma universitaria, ante todo, debe impulsar una concepción tendiente a la democratización del conocimiento, defendiendo que su creación, difusión y acceso sean un derecho humano inalienable, y promoviendo el control democrático y participativo de la ciencia, la tecnología y la innovación.
Hace algunas décadas Darcy Ribeiro advertía esta encrucijada de las reformas de la Universidad en el contexto de nuestras sociedades dependientes y subdesarrolladas. Ribeiro indicaba como alternativas para el devenir de las universidades la actualización histórica donde, a través de un proceso de modernización refleja, se preservan las estructuras de dominación de la sociedad sólo saldando sus contradicciones más superficiales. En este modelo se toma como rol la formación de profesionales que sólo contribuyen a regular el orden social, generando conocimiento, ciencia y tecnología al servicio de la reproducción del subdesarrollo. O, como camino contrapuesto, Ribeiro proponía un proceso de aceleración evolutiva que pone a la Universidad al servicio de una transformación profunda de la sociedad tomando conciencia de sus problemáticas más profundas. Pensamos que estas categorías mantienen vigencia para pensar la transformación de la Universidad.
4- La autonomía y la naturaleza del ser y quehacer de la Universidad. La autonomía de la Universidad constituye una conquista histórica, un principio coherente a una concepción educativa emancipadora, y una visión estratégica sobre las condiciones necesarias para una política educativa de largo plazo. Cuestionada por los gobiernos de todas las épocas, la autonomía es un concepto dinámico que ha debido refundarse y resistir a diferentes ataques en diferentes momentos.
Pero más allá de los ataques directos, hay cuestionamientos menos tangibles para la autonomía de la Universidad. La emergencia de agencias financiadoras externas, que manejan cuantiosos recursos, que están ligadas al circuito capitalista global a partir de la división internacional del trabajo intelectual, y que establecen sus políticas de ciencia, tecnología e innovación a partir de las prioridades y los criterios de calidad de los países centrales, constituye uno de los mayores riesgos que la autonomía universitaria enfrenta en la actualidad. Los sistemas de incentivos de estas agencias hacen que muchos universitarios sean captados en atención a estas demandas, produciéndose un desvío de inteligencias hacia prioridades externas. Se debilita así de hecho la autonomía universitaria en lo que refiere a la capacidad efectiva de generar políticas de ciencia y tecnología acordes a los principales problemas de nuestra sociedad y a la búsqueda del bienestar general. Es necesario discutir explícitamente este problema, y generar políticas al respecto, procurando la organización y concentración de los esfuerzos universitarios en la investigación sobre los problemas socialmente relevantes para el bien público general.
El fenómeno precedente, y la dinámica que impone como modo de ascenso universitario, afecta también, regresivamente, algo así como la propia naturaleza del ser universitario. La representación del universitario como aquel que debía ejercer el pensamiento crítico, la recreación integral de la cultura, y el compromiso con la defensa de valores superiores de la sociedad, pierde terreno ante un nuevo tipo de ser universitario ensimismado, competitivo, afanado en la producción de papers para las revistas arbitradas de los países centrales, enajenado.
A su vez, hay en formación un discurso único, reiterativo, propagandístico, que insiste en la “calidad”, “la gestión por resultados”, las agencias de acreditación, la evaluación externa, y los indicadores internacionales, como si en estos factores estuviera la piedra angular de la reforma de la Universidad. Son buenos ejemplos de iniciativas de “modernización refleja”. A través de este discurso penetra progresivamente en las universidades una ideología que transfiere al campo de lo educativo los criterios de medición de calidad y productividad propios del mundo industrial y empresarial. Es necesario advertir este fenómeno. Es necesario definir el concepto de calidad de la educación superior, recuperarlo del reduccionismo economicista del neoliberalismo educativo. También es necesario defender los criterios y metodologías de evaluación institucional acordes con la autonomía y los fines de la Universidad. 
5- La formación integral. El hecho de insistir en la necesidad de generalizar el acceso a la educación superior, no debería llevar al equívoco de confundir cobertura educativa con educación. Las evaluaciones que “miden” el avance relativo en materia educativa meramente a partir de los indicadores de matriculación, ignoran nada menos que la sustancia del hecho educativo: con qué fines y de qué modo estamos enseñando y aprendiendo en la Universidad. Asimismo, la necesidad de implementar cambios en la ingeniería curricular y en la organización académica (como la flexibilización de los tránsitos curriculares), no debería postergar el abordaje de los aspectos sustantivos de la cuestión educativa (la integralidad de los procesos educativos, la enseñanza activa y el aprendizaje por problemas, la formación docente universitaria, los procesos educativos en comunidad, por ejemplo).
En nuestra opinión la reforma de la Universidad debería ser, fundamentalmente, la transformación profunda del modelo educativo universitario tradicional, profesionalista, autoritario, retórico, fragmentado y fragmentador. La perspectiva “productivista” con que frecuentemente se aborda la reflexión sobre la educación universitaria en la actualidad hace aún más acuciante este problema. La educación, la cultura, el conocimiento, no deberían estar necesariamente ligados a un fin utilitarista. Acaso, la principal “utilidad” de la educación debería ser desnaturalizar las injusticias del mundo y contribuir a que las personas sean más libres y solidarias.
6- El rol de las estructuras centrales. En los últimos años la Universidad ha diversificado la composición, organización e inserción de sus equipos académicos, superando en parte la rigidez de la “federación de facultades”, y abriendo diferentes y novedosos espacios institucionales para la actividad académica interdisciplinaria. La apertura del Espacio Interdisciplinario, y la generación de nuevos Programas Integrales son quizá los dos ejemplos más claros de este fenómeno.
Este hecho exige imaginar nuevos modos de interrelación entre los espacios académicos, en particular en lo que refiere al vínculo entre estos espacios y los servicios universitarios. Cada estructura central tiene sus características, cometidos particulares, y en ocasiones su “lógica propia”. Es necesario evitar generalizaciones reduccionistas a la hora de pensar este tema. En particular, es equivocado concebir una supuesta contradicción entre el fortalecimiento académico de estos nuevos espacios y el fortalecimiento de los servicios. Se trata de un falso dilema como lo demuestra la experiencia de los Programas Integrales, los cuales han permitido una inserción de los servicios universitarios en líneas de investigación, extensión y enseñanza en torno a problemáticas presentes a nivel territorial. Sin la existencia permanente de estos programas desarrollando procesos de extensión e investigación en territorio, no hubiera sido posible la inserción de los servicios y sus múltiples prácticas y pasantías de estudiantes.
Es fundamental que la reforma universitaria avance en los servicios. Ese debería ser el objetivo principal de todo el quehacer de la Universidad, y en particular de las estructuras centrales. Ahora bien, existen diferentes modos y estrategias que las estructuras centrales se han dado para dinamizar sus políticas en los servicios (llamados a proyectos concursables, programas plataforma, combinación de programas y llamados, consolidación de fondos concursables, etcétera). Es importante sistematizar y evaluar estas diferentes estrategias, de modo de corregir o ratificar lo que sea necesario, en base al estudio de lo que sucede, y no en base a prejuicios y falsos dilemas.
7- Descentralización-regionalización. Como fue dicho, la intensificación del proceso de descentralización-regionalización de la Universidad constituye uno de las más significativos avances de los últimos cuatro años. No obstante, existen algunos elementos de la política a este respecto que pensamos ameritan ser re-pensados.
El objetivo de apostar a la generación de masa crítica local, terminando con la dinámica de los “docentes golondrina” y favoreciendo la radicación local de docentes, es un objetivo a mantener ya que este tema es fundamental para la sustentabilidad de los proyectos universitarios del interior. Ahora bien, este objetivo estratégico no debería ser antagónico con la generación de carreras y opciones educativas en el interior. Pensamos que debe restituirse una relación de retroalimentación entre la generación de opciones educativas y la consolidación de masa crítica local, tratando de que ambos procesos se desarrollen en forma simultánea fortaleciéndose mutuamente. En este sentido, es necesario apostar a la construcción de la agenda universitaria en el interior promoviendo una amplia participación de los sujetos organizados de cada territorio, pero siendo conscientes que las desigualdades económicas y políticas condicionan fuertemente las posibilidades para expresar y enunciar demandas, así como dificultan una apropiación plena de la implementación de políticas de Reforma que en ocasiones son vividas con ajenidad.
A su vez, la apuesta a la generación de núcleos de investigación sin actividades de docencia y extensión, es regresiva respecto a la perspectiva de la integralidad del quehacer universitario. Pensamos que todos los núcleos de investigadores vinculados a los PRET y los centros regionales, deberían vincularse con programas de extensión y formación de estudiantes de grado y posgrado, procurando un desarrollo integrado de las funciones universitarias.
Por último, es importante intensificar los vínculos con las universidades argentinas y brasileras cercanas a las zonas de referencia de los centros universitarios regionales, procurando una mayor cooperación académica, y un abordaje compartido de problemáticas sociales, culturales y productivas específicas de las zonas de frontera.
8- Presupuesto para la Reforma. La implementación de estas transformaciones en la Universidad requieren, claro está, de su necesario correlato presupuestal. Presupuesto necesario para retribuir a sus trabajadores docentes y no docentes de forma digna y decorosa, necesario para sostener y potenciar la agenda de cambios tanto a nivel central como de los servicios, y necesario para hacer efectiva la autonomía universitaria evitando la injerencia de financiadores externos.
El actual presupuesto para la educación (ANEP y Universidad) ni siquiera llega al 4,5% del PBI tan publicitado por el actual gobierno, por lo que es fundamental que la Universidad, en diálogo permanente con la sociedad, exija el incremento presupuestal necesario para potenciar su transformación, en el marco del necesario fortalecimiento de todo el sistema de educación pública del país.
9- El movimiento. La reforma universitaria necesita imperiosamente de la consolidación de un movimiento de transformación de la Universidad. Es necesario que los gremios logren recuperar capacidad de iniciativa política y programática, configurándose como usinas de ideas y elementos de organización y dinamización del programa de reforma. La reforma necesita del movimiento, y el movimiento necesita de una utopía: la de una Universidad popular al servicio de la formación integral y la democratización del conocimiento y la cultura, como modo de contribuir a la emancipación social general.
10- El Rector. Los docentes organizados en ADUR-Extensión expresamos que en la actual coyuntura pensamos que la continuación de Rodrigo Arocena como Rector de la Universidad constituye, por su compromiso universitario, su vocación transformadora y su condición democrática, el mejor marco de posibilidad para el avance del proceso de transformación universitaria.

Montevideo, 3 de agosto de 2010